Nuestros hábitos cambian cuando estamos de vacaciones, incluso si no nos vamos de viaje, puesto que durante este tiempo, dedicamos nuestras horas a la realización de diversas actividades, salimos con más frecuencia, dormimos un poco más, etc. En definitiva, nuestra rutina da un giro inusual, y, aunque eso es bueno para nosotros, deberíamos preguntarnos si realmente acordamos un momento para la oración diaria durante este tiempo de relajación.
Quizá te estás preguntando ¿cómo hacer para orar cuando descansamos? A veces parece difícil encajar nuestros hábitos de oración en nuestros horarios de vacaciones, así que nos gustaría compartir algunos consejos para renovar y mantener vigente nuestro tiempo a solas con Dios, incluso cuando nos relajamos:
- Surfear sobre el deseo de buscar algo nuevo. En algunas ocasiones, las vacaciones nos despiertan el deseo de cambio, de descubrir nuevas cosas y de experimentar la tan anhelada libertad. Pues bien, este deseo también puede verse reflejado en nuestros hábitos de oración: ¿qué te parece si tomas unas semanas para explorar territorios de oración desconocidos (el Santo Rosario, la lectio divina, la meditación cristiana, etc.)?
- Crear el hábito de vivir en alabanza. Cada momento que disfrutamos durante nuestras vacaciones, podemos pensar ¿qué me maravilla cada día? ¿El canto de los pájaros? ¿La vista al mar? ¿Los almuerzos en familia?... De hecho, una buena manera de vivir este tiempo con alegría, es siendo conscientes de cada bendición que el Señor nos da, y alabándolo por sus misericordias que se renuevan cada mañana. Para esto, podemos recitar un versículo de un salmo: "¡Que todos los seres vivientes alaben al Señor! ¡Aleluya!” (Salmo 150:6), "Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre" (Salmo 103:1), o entonar una hermosa canción de alabanza. De este modo, y sin mucho esfuerzo, nos acordaremos de alabar a Dios por sus maravillas, ¡al menos una vez al día!
- Sumergirse en una saga emocionante. Sabemos que el verano es el momento ideal para dedicarnos a la lectura y la evasión. ¿Qué tal si nos lanzamos en la aventura de leer textos bíblicos o libros inspirados en los grandes hombres y mujeres del Señor?
Recordemos que en la Biblia, tenemos acceso a más de 70 libros en un solo volumen: ¿qué tal si leemos la sorprendente historia de Ester o de Job? ¿Qué diríamos sobre explorar las tribulaciones del pueblo de Israel narradas en el libro de Éxodo? O para los más osados, ¿qué tal si profundizamos en las visiones sobrenaturales del Apocalipsis?... ¡Seguro que hay un libro adaptado a cada persona en la biblioteca de Dios, que se puede descubrir durante estas vacaciones!
- Tomarse el tiempo para saborear plenamente cada minuto. Generalmente, se acostumbra a tomar vacaciones durante el verano, que es la estación de las frutas, los sabores frescos, dulces y delicados al paladar. Por eso, una buena manera de disfrutar estos momentos de relajación, es degustando un versículo de la Biblia que hayamos elegido con mucho cuidado, y que incluso podemos convertirlo en nuestro versículo de verano, para luego saborearlo durante todo el día, ¿y por qué no, durante todas las vacaciones?... La idea es extraer todos sus sabores, dándole el tiempo suficiente para abrirse y permitirnos descubrir toda su riqueza y sazón.
Hermanos, ¡pidamos al Señor la gracia de disfrutar tanto la oración como disfrutamos nuestros momentos de vacaciones y ocio!... ¡Que estas vacaciones sean un momento provechoso para nuestra vida de oración, y que podamos conservar el aroma y los sabores de Dios en nuestro corazón durante todo el año!
Escrito por: Alice Ollivier
Traducido y adaptado del francés por: Sharael Sánchez
Artículo en colaboración con Hozana.org | Imagen de Pixabay