espiritualidad

Desde La basílica de la Merced de Barcelona guarda el tesoro más hermoso de la espiritualidad mercedaria. Imagina que entras en el recinto sagrado; y en lo alto, en el centro, enmarcada en resplandores la imagen de María.

Sobre el frontis de la puerta en la fachada exterior una frase latina,

Espiritualidad

Desde La basílica de la Merced de Barcelona guarda el tesoro más hermoso de la espiritualidad mercedaria. Imagina que entras en el recinto sagrado; y en lo alto, en el centro, enmarcada en resplandores la imagen de María.

Sobre el frontis de la puerta en la fachada exterior una frase latina, tomada del libro del Apocalipsis nos pone sobre aviso: Una mujer vestida de sol, con la luna bajo los pies y coronada de doce estrellas.

Y es que la Orden de la Merced tiene arraigada profundamente la devoción de María como una señal de su espiritualidad.

María, la madre de Dios, madre de Jesucristo, es la Madre del Redentor, la que ha engendrado a nuestro Salvador.

El título con que se conoce es Merced, que significa don, regalo, pago y rescate; y que hace referencia al carisma y trabajo apostólico de los mercedarios a lo largo de ocho siglos que es la redención de cautivos, prisioneros por su fe. El carisma de redención se llamaba en la Edad Media, obra de Merced; y por la labor realizada a los mercedarios y a la advocación de María, se le tituló de la Merced. María de la Merced es madre de los cautivos, de todos los prisioneros y encarcelados, que se dirigen a Ella con la esperanza de la libertad.

¿De dónde brota el aspecto mariano de la espiritualidad mercedaria? Del evangelio de Juan 19, 25-27. Jesús mismo pone en manos del discípulo amado a María, a la que le da el título de Madre. María se convierte en la madre de la humanidad y de la familia de los discípulos de Jesús. Se une en la cruz de Jesús, su redención y la maternidad universal de María.

Siendo importante la figura de María, en la espiritualidad mercedaria, como clave de bóveda se encuentra la identificación con Jesucristo Redentor.

La vida mercedaria tiene como centro a Cristo que se identifica con los pequeños del Evangelio, los cautivos. Se construye un paralelismo entre la redención obrada por Jesucristo, por medio de la entrega de su propia vida ha redimido a la humanidad cautiva del poder del pecado, con la liberación de las cadenas de la opresión y de la cautividad, que también es necesario romper para devolver la libertad. Y siguiendo la clave de identificación, debe hacerse incluso con la ofrenda de la propia vida. El mercedario trata de vivir su vida haciéndose reflejo de Cristo en su misterio redentor. ¿De dónde brota el aspecto de identificación con Cristo de la espiritualidad mercedaria? Del evangelio de Mateo 25, 31-46. En ese juicio universal, Jesucristo se ha identificado con los más pequeños (hambrientos, sedientos, forasteros, desnudos, enfermos y encarcelados): lo que hicisteis con uno de ellos, conmigo lo hicisteis. Cuando los primeros mercedarios expresaron en el proemio de las constituciones de la Orden de la Merced en 1272, modificaron el texto para expresar justamente cómo había que vivir esta identificación con Cristo Redentor: estuve en la cárcel y me visitasteis, enfermo y vinisteis a verme; porque entregaban su vida por los cautivos y los pobres enfermos en sus casas-hospitales de santa Eulalia (sobre el que se levanta la actual Basílica de la Merced de Barcelona).

P. Manuel Anglés Herrero, OdeM

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